17 de May de 2025
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  • mayo 16, 2025
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La agenda económica del presidente Donald Trump sufrió un revés este viernes, cuando cinco legisladores republicanos —clave para la mayoría en la Cámara de Representantes—votaron contra su ambicioso proyecto de recortes tributarios y ajustes al gasto social. Conocida informalmente como “One Big Beautiful Bill Act” o simplemente “Gran y Hermoso proyecto de ley”, la propuesta buscaba prorrogar las exenciones fiscales aprobadas en 2017, introducir nuevas rebajas y crear un impuesto del 5 % a las remesas enviadas al extranjero.

“Estamos emitiendo cheques que no podemos cobrar y nuestros hijos van a pagar las consecuencias”, advirtió el representante Chip Roy, uno de los cinco disidentes, al justificar su voto negativo en el Comité de Presupuesto. “Este proyecto de ley es profundamente insuficiente; no cumple lo que decimos que hace con respecto a los déficits”, añadió.

Su postura coincidió con la de Ralph Norman, Josh Brecheen, Andrew Clyde y Lloyd Smucker, este último cambiando su voto a última hora en una maniobra procedimental que selló la derrota: la propuesta fue rechazada por 21 votos contra 16, cuando el Partido Republicano solo podía permitirse dos deserciones.
¿En qué consistía el «hermoso paquete» económico de Trump?

El megaproyecto pretendía consolidar la promesa de Trump de “bajar impuestos a todos los estadunidenses” y, al mismo tiempo, financiar el agujero fiscal con recortes a Medicaid, requisitos laborales más estrictos y la eliminación de créditos para energías renovables. Uno de los puntos más controvertidos era el gravamen del 5% a las remesas, que provocó la inmediata condena del Gobierno de México. La presidenta Claudia Sheinbaum lo tildó de “injusticia” y acto “discriminatorio” contra los migrantes.

Además, el texto ampliaba deducciones sobre propinas y horas extra, reducía impuestos a préstamos para vehículos fabricados en Estados Unidos y elevaba beneficios para ancianos y familias con niños. El coste estimado rondaba los 3,9 billones de dólares en la próxima década, una cifra que alarmó a los llamados halcones fiscales.

Mientras los conservadores exigían más ahorro presupuestario, los republicanos moderados reclamaban elevar el límite de deducción de impuestos estatales y locales (SALT) para proteger a sus electores en estados de altos gravámenes. Esa pugna izquierda-derecha dentro del propio GOP dejó a los líderes sin margen de maniobra.

“Estoy cansado de humo y espejos”, enfatizó Ralph Norman, exigiendo garantías “por escrito” sobre nuevos recortes a Medicaid y la rápida aplicación de requisitos laborales. “No necesito pavonearme. Solo pedimos un pequeño acuerdo”, insistió.

¿Por qué Trump presiona por la propuesta?

Desde Medio Oriente, el presidente lanzó mensajes urgentes para sellar la fractura.

“Los republicanos DEBEN UNIRSE tras ‘EL GRAN Y HERMOSO PROYECTO DE LEY’… ¡DEJEN DE HABLAR Y HÁGANLO!”, escribió en Truth Social. Más tarde advirtió que, sin la reforma, “el país sufrirá mucho… con un aumento del 65 % en los impuestos” y que los demócratas serían responsables, aunque “eso no ayuda a nuestros votantes”.

La ofensiva digital, sin embargo, no modificó la aritmética parlamentaria. Tras caer la votación, el presidente del comité, Jodey Arrington, suspendió la sesión y la emplazó “idealmente” al lunes, dejando abierta la posibilidad de reactivar el proyecto con cambios de última hora. La Casa Blanca pretendía llevar la ley al pleno antes del Día de los Caídos (27 de mayo) y firmarla antes del 4 de julio, fecha simbólica para presentar los recortes como “segunda ronda” de la reforma de 2017. Con el trámite bloqueado en el comité y negociaciones internas en punto muerto, ese calendario luce cada vez más difícil.

No es la primera vez que la disciplina partidista se resquebraja. Pero la dimensión de esta ley —que mezcla alivio tributario, reformas a programas sociales y un impuesto a las remesas que golpea directamente a las comunidades migrantes— eleva el costo político del desacuerdo.

¿Qué se espera con su fallida aprobación?

El gravamen a las remesas ha abierto un flanco diplomático y electoral en un año clave. Solo en 2024, los migrantes enviaron a México más de 63 mil millones de dólares; un impuesto del 5% equivaldría a recaudar más de 3 mil millones que hoy llegan íntegros a las familias receptoras. La medida impactaría también a Centroamérica y el Caribe.

Para la Casa Blanca, la tasa era una vía rápida de ingresos sin tocar otros impuestos federales. Para sus críticos, un castigo a quienes sostienen economías emergentes y, de paso, consumen en Estados Unidos. El choque con México añade tensión a una relación ya marcada por la seguridad fronteriza y los aranceles.

Los líderes republicanos —incluidos el presidente de la Cámara, Mike Johnson, y el líder de la mayoría, Steve Scalise—negocian contrarreloj. Una opción es desmembrar el paquete y votar los elementos menos polémicos, dejando para más adelante el impuesto a remesas y los recortes a Medicaid. Otra: ofrecer mayores concesiones a los moderados (por ejemplo, subir el tope SALT) y compensarlas con ahorros adicionales que satisfagan a los fiscalmente duros. Aún se puede modificar y seguir adelante con el proyecto.

Sea cual sea la salida, existe la dificultad de reconciliar las distintas almas del Partido Republicano en torno a la agenda económica de Trump, justo cuando el presidente busca afianzar su legado fiscal de cara a las elecciones legislativas de 2026.

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